El mundo vibra desde hace un par de semanas. O quizás sea más adecuado describirlo como temblores. ¿Lo han notado? Discursos, espacios informativos dedicados, campañas en redes sociales, eslóganes… Y esto es porque el domingo vuelve a ser 8 de marzo, vuelve a ser el Día de la Mujer. Un movimiento que con esfuerzo y ahínco se ha convertido en global, que se sale de lo teórico y de los libros del siglo XX para empapar calles de todo el mundo. El manifiesto general de este día defiende los derechos de todas las mujeres, la igualdad, la extinción de la violencia machista, de la brecha salarial y defender la dignidad del trabajo doméstico.
Sin embargo, debido a la mayor violencia y maltrato, a una mayor tasa de desempleo, a peores condiciones laborales, y a la privación de elección sobre su vida -y en muchas ocasiones sobre su cuerpo- este domingo las mujeres con discapacidad intelectual tienen aún más razones para salir a la calle y romper ese manto de invisibilidad que la sociedad les ha echado por encima. Hay que resquebrajar la doble discriminación a la que están sometidas para reivindicar igualdad, pero una igualdad efectiva y universalmente aplicable.
No es cosa de 4 gatos…
La igualdad entre mujeres y hombres es uno de los principios generales (art. 3) que cimentan la Convención de la ONU sobre derechos de las personas con discapacidad que España ratificó y aceptó allá por marzo de 2007, que se dice rápido pero suman ya la friolera de 13 años. Su artículo 6 expone que los Estados firmantes deberán reconocer “que las mujeres con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”. Solía decir mi profesor de Ética que el papel todo lo sostiene y luego en la vida real la historia podía cambiar mucho. No obstante, en Probosco nuestro papel aguanta de todo, y las mujeres que somos Probosco, también.
Este 8 de marzo, como el resto del año, estaremos al lado de toda mujer con discapacidad intelectual que necesite ayuda para ser escuchada. Si conmemorando un día al año logramos un poco más que a la mujer se le recuerde por lo que es y no por el papel que otros le han relegado, entonces habremos pasado de formar parte de la historia a formar parte de su escritura. Si algunos insisten en discriminar doblemente, ellas les demostrarán, si hace falta, que son doblemente mujeres.
Carolina Méndez. Periodista, Equipo Probosco.